Hace días presencié un partido de categoría cadete. Lo cierto es que el encuentro tenía un expectación inusitada para ser un partido de chicos. Pero lo que me llamó la atención fue al acabar el encuentro la cara de los dos entrenadores. Uno alegre,había ganado, otro triste porque había perdido.
El caso es que me quedé observando a ambos un rato para intentar adivinar que les pasaba por la cabeza después de observar las decisiones que habían tomado durante el partido. Ambos habían hecho jugar a todos los jugadores que tenían a su disposición. Un hecho nada importante pues en las categorías inferiores debería estar obligado que jueguen todos los chicos . Este precepto lo habían cumplido los dos entrenadores pero con la salvedad de que a uno casi le cuesta el partido y al otro le impidió ganarlo.
Los entrenadores en el ejercicio de su responsabilidad se convierten en equilibristas para encajar el resultado y hacer que todos(jugadores,padres,directivos,espectadores,etc) queden contentos.Equilibristas que andan por un alambre muy fino en el que guardar un perfecto equilibrio es muy complicado.
El entrenador se debe a sus jugadores y el objetivo principal en su cometido es que todos los integrantes de su plantilla tengan experiencia de aprendizaje deportivo. Es decir , que todos tengan oportunidades de jugar. Cuanto más minutos juegue un chico mejor. Es la única manera de que aprendan. Pero se encuentra con el problema del equilibrio.
Primero, si juegan los mismos siempre, habrá chicos descontentos, creando un caldo de cultivo que puede perjudicar al ambiente del grupo.
Segundo ,por afinidad, sus padres también estarán descontentos pues sus queridos hijos no juegan todo los que a ellos les parece que les corresponde.
Tercero, si juegan todos de una forma equitativa puede que se resienta el nivel de competitividad del equipo no consiguiendo los resultados.
Cuarto, por afinidad también, los directivos no concienciados con los objetivos del fútbol base se pondrán muy nerviosos si el equipo no ocupa los primeros lugares en la clasificación.
En definitiva, el entrenador hace malabares para que los objetivos de todos se cumplan en mayor o menor medida. Y no sabemos, si el propio entrenador cumple los suyos.
Pues para todos ellos, ahí van unos consejos ,que en los momentos de dudas deberían revisar y aplicárselos en beneficio propio:
1.- Debes tener claro cuál es tu objetivo. Y que ese objetivo no se aparte de los valores del fútbol base, El Aprendizaje.Esto debería dejarse claro cada semana a los padres y a los directivos, y quizás , a algunos entrenadores ambiciosos que quieren hacer carrera desde muy temprano.
2.- No te dejes llevar por el ruido que te rodea. Cada uno tenemos unas expectativas y satisfacer a todos es imposible. Por este motivo satisface el objetivo común de tu equipo, ser mejor cada día.
3.- No valores tu trabajo en función de los puntos obtenidos o posición en la clasificación. Valora los valores transmitidos, aprendizajes conseguidos, evolución de los chicos, etc. Es decir, valora lo cualitativo( la calidad) y no lo cuantitativo( la cantidad).
4.- Los futbolistas deben tener experiencias de todo tipo en el deporte. No ganar también ayuda a mejorar. Y ganar en exceso ayuda a no esforzarse lo suficiente. Un niño recuerda si gana o pierde, pero seguro que recordará más un gol, un pase , una parada, una jugada. Recordará mucho ser protagonista de lo que pase, sea con victoria o con derrota.
5.- Por último. El fútbol es para disfrutarlo. No lo sufras.Si estando con niños sufres por el resultado es que algo no estás haciendo bien.
La próxima vez cuando presencie un partido me fijaré únicamente en la actitud y comportamiento de los padres/madres porque también tienen un ratito de estudio.
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